"¿Somos capaces de amar? Si, Dios nos ha creado a su imagen y semejanza, capaces de conocerle y amarle... El amor es un tema que debemos retomar con seriedad y vivirlo con intensidad, pues el hombre no se realizará plenamente si no es en el amor, ya que ha sido creado por Dios y para Dios, por el Amor y para el Amor"
Dios llama al hombre a realizarse en el amor
Por José Daniel Flores Alvarado
Uno de los conceptos tan amplios y profundos en su significado, pero que en los últimos tiempos lo hemos trivializado es el amor. Quizá esto se ha suscitado porque, si en la dimensión intelectual no es tan simple, tampoco lo es en su vivencia, ya que implica esfuerzo, dedicación, entrega, sacrificio y, estas realidades no las queremos ver, oír, mucho menos sentir y experimentar. Buscamos dar lo mínimo, hacer solo cuando hay ganas; de igual manera, queremos la comodidad, el confort, que nos sirvan, etc. De esta manera nos percatamos que en el fondo queremos amar, pero con los valores invertidos.
¿Esto puede ser posible? Probablemente algunos afirmen que se puede amar sin tener presente lo que exige el verdadero amor. Si pensamos en qué se apoyan para tales declaraciones, encontraremos, sin duda alguna, que es en el egoísmo, el relativismo, la sobrevaloración del cuerpo y en el hedonismo, por ejemplo. Pero esa forma de amar desvalorizará al hombre, hasta llega a convertirlo en objeto, en mercancía (Cfr., Benedicto XVI, Encíclica Dios es amor 5).
Ante esta realidad hemos de responder no, no es posible vivir el amor de esa manera, ya que “el amor es éxtasis, pero no en el sentido de arrebato momentáneo, sino como camino permanente, como un salir del yo cerrado en sí mismo hacia su liberación en la entrega de sí, y precisamente de este modo, hacia el reencuentro consigo mismo, más aún, hacia el descubrimiento de Dios” (Benedicto XVI, Encíclica Dios es amor 6).
Pero, ¿somos capaces de amar? Si, Dios nos ha creado a su imagen y semejanza, capaces de conocerle y amarle (Cfr., Constitución sobre la Iglesia en el mundo actual 12); más aún, Jesús nos recuerda y manda vivir el amor de forma ordenada: “amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo” (Lc 10, 27). Y es que si no partimos del amor a Dios que nos ha creado, no podremos tener un amor verdadero hacia el prójimo, ni hacia uno mismo; pues amaremos según nuestros vanos criterios y no según los del Creador que sabe lo que conviene a cada uno.
El amor es un tema que debemos retomar con seriedad y vivirlo con intensidad, pues el hombre no se realizará plenamente si no es en el amor, ya que ha sido creado por Dios y para Dios, por el Amor y para el Amor. Nada más, ni la justicia le dará plenitud: “porque el hombre, más allá de la justicia, tiene y tendrá siempre necesidad de amor” (Benedicto XVI, Encíclica Dios es amor 29).